lunes, 28 de noviembre de 2011

Madrugada

El ruido se va alejando cuando ya se acerca la madrugada, se esconde en la tediosa calma. Aunque la madrugada lo quisiera, no podría vagar por ahí libremente. En el día es imperceptible, y ahora en la quietud de las horas nocturnas; es percibida a kilómetros, a minutos de ti. ¿Magnitud, fuerza y distancia se conjugan en ella? Tal vez, eso es lo que supones porque nunca estas segura, sí.
La madrugada acoja él ruido y acoja la luz. La vuelve casi su virtud, transgrediendo en formas y sonidos que son peculiaridades de cualquier noche. La noche, su esplendor, que hace de la penumbra su mas grande devoción . Todas las sombras rondan libres por las calles, sombras que no pertenecen a los cuerpos de personas, animales, arboles. Sombras que son solo formas, llenas de soledad y quizá de anhelo. Me gustaría saber que anhelan esas sombras. No pueden sentir, pero anhelan. Tal vez, solo existen al lado de esa luz bajo  una lampara, en la esquina de cualquier vía. No son libres de transitar las calles, ya que todo lo demás es obscuro, su movilidad no es futuro, no es una habilidad, no es un recurso. Ni siquiera pueden ver lo que para ellas es perturbante, su extinción, el alba, aurora, sinónimo tras sinónimo del nombre asesino.
Las malas fuerzas humanas, también andan por ahí. Desempeñan actividades casi infrahumanas para poder seguir aquí, en la madrugada. Tienen drogas, armas, entre otras cosas. La abordan de pie, porque saben que no pueden dormir, también se han vuelto sombras.
Y la muerte que nos amara en una avenida, o tal vez en un bar, o en la cama sin distinguir horarios, ocupaciones, acciones, rutinas, amores, fetiches, iluminaciones divinas; se sirve un poco de vida en su tazón para el desayuno. Antes que llegue la mañana y tu lucidez, metiéndose por el hueco que dejaron sin cerrar estos besos, que me compartiré de tus labios al colarme por tu ventana noche a noche.
La madrugada, la madrugada que hasta se cuela por mis cuencas y mi boca ácida. No me deja ver siquiera tres metros adelante. No permite que te grite.- !Hay situaciones que no tengo a mi alcance! Es clara, y es sutil, como la musa a la que trato de exprimir, cada que la locura de escribir algo aborda los puntos erogenos. Pocas veces no me deja dormir. Es que, nunca me apetece dormir, sin ti. Y nunca, te tengo.
Donde las lechuzas y los búhos hacen cantando, un eco que no se puede ignorar o reprimir. Donde perros ladran a los golpes sordos. Antecesora de todas las mañanas, cuando te pienso y no te miro. La que mes con mes se baña de luz con luna, y con la obscuridad, que a veces, nos inunda entre tanta rareza...

domingo, 10 de julio de 2011

De la soledad que viene a hospedarse en mí...

Lo primero que se cruzo en este camino, aquel día azul; fue un perro con estragos, decadencia. Tome el autobús, fui a donde tu, pero nada cambia.
Una mujer bella, es tan simple como una pequeña banalidad de una vida trivial. Solo, la ciudad, solo llego a tu casa y solo me introduzco en ella. La puerta estaba abierta, yo soy un desinhibido sin escrúpulos, sin moral, sin limitaciones o conceptos de ética, soy un menoscabado pedazo de escroto que ama. Solo me encuentro en tu habitación.
Lo ultimo que recuerdo después de eso, son unos ojos negros, cabellos en tenue café, esas facciones a contraluz, y esa reproducción de una imagen en mis ojos, inundados, empapados entre miles de espejos de agua. Solo sentí mis labios tratando de acompasarse a otros labios, que no se si eran tus labios. Pero, esos labios no parecían tener vida, tan solo estaban ahí, por estar. Ese cuerpo no sentía, no gemía, no vibraba, solo estaba.
De pronto me vi casi llorando sangre, incontenible por dentro, casi inmóvil por fuera; con miles de sentimientos extraños, de esos que la gente llama "encontrados", ¿si? ¿no? que mas da.
La cama siguió vacía, porque ni siquiera yo podía estar, no sabia como. A lo lejos, gotas de agua caen de una regadera, sin obstáculos, chocan contra el suelo, desaparecen entre unas piernas y ese cuerpo mojado ahora esta a mi lado.
Recuerda los besos, las veces, las formas, los días y todas esas cosas que recuerdan y guardan en su mente los cuerpos con ente. Ese cuerpo ahora llora, siente dolor y después, junto a mi, seca sus lagrimas. Las ha secado con un pañuelo de indiferencia, y se incita a caminar, caminar a la franqueza de un mundo sin gravedad, sin barreras emocionales; envuelto en la travesía de un destino inexistente, envuelto en la travesía de una vida... sin mí.